jueves, 24 de marzo de 2011

NOS QUITAN EL TRABAJO.

¿Quiénes? Quizá la chica rumana que limpia tu escalera cuando todavía no ha amanecido, o el pakistaní al que, no sabes por qué, le encanta no dormir los sábados y te vende el kebab de las cinco; puede que sea el ecuatoriano que construyó tu apartamento aquel agosto o el chino que trabaja como un chino que no entiende de domingos; es posible que la boliviana que aguanta a tu abuela, le da de comer y la saca a pasear por el parque de al lado de casa o el chico de Argelia que te contó que le hubiera gustado llegar a ser como Zizou mientras te cobraba la litrona del viernes pasado.

No te quejes demasiado alto, porque serán ellos quienes pagarán tus balnearios y tus viajes a Benidorm cuando seas un viejete arrugado y abrazable, y hasta es posible que alguno de ellos te cambie los pañales y te enjabone la espalda. Se trata de una cuestión de personas, de personas como aquel tío tuyo de París, que hace años llegó a la Gare du Nord con un trapo húmedo y otro seco debajo del brazo como único equipaje, para limpiar ventanas; porque en aquel entonces todo era una mierda por aquí, ¿es que nunca te han contado esa historia?
Parece que el cuento se repite, pero cambian los protagonistas y tu empatía está hoy por los suelos. Acuérdate de París.

Después de decir todo esto, queda claro que nos quitan el trabajo,

de encima.

MAX.


jueves, 17 de marzo de 2011

ATAFAMA, A BAILAR

(Redoble de tambores y cañones de luz de colores en el cielo, la puerta de metal se abre poco a poco…)
- ¡Damas y caballeros! Hoy está por fin con nosotros el esperado, el increíble, el infatigable, el que nunca perdió la esperanza, el primer minero en ver la luz del sol… él es… ¡Florencio Ábalos!, ¡un fuerte aplauso para él!
(Clamor general, gritos, vítores y aplausos)
- Florencio, ¿unas primeras para tus seguidores al salir de la mina?
- Me deslumbran los focos de las cámaras.
- ¡Otro fuerte aplauso para él! Ahora, vaya a saludar a su multimillonario y sonriente presidente; y no se olvide de salir bien en la foto (guiño cómplice).
- Y ahora recibamos con un fuerte aplauso al siguiente de nuestros protagonistas de hoy. ¡Con todos ust… bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla…
 
No fue así, pero casi. Quizá nos deberíamos preguntar si realmente se pueden tener esperanzas de que algo vaya a cambiar después de que mil trescientos millones de personas vieran en directo y a todo color cómo treinta y tres tipos con casco salían de un agujero en el suelo del tamaño de una rueda de bici; o si simplemente todo esto pasará al papel como una gran y espectacular desgracia con un gran y espectacular final feliz en el que todo sonrieron. Y colorín colorado.

¿Y colorín colorado? Simplemente todo esto pasará también, como una impactante noticia fácil; como una impactante noticia fácil para contar billetes.
Y qué pasará cuando dentro de un par de semanas ocurra algo parecido en las minas; ya sea en Chile o en China, en el sur de Eritrea o en Papúa Nueva Guinea; pero ya no atraiga la atención de las agencias de medios internacionales porque no haya ninguna historia nueva que contar, o directamente porque ningún minero se salve esta vez y solamente se enteren sus familias y sus amigos más cercanos. A ellos no les darán treinta mil dólares para seguir adelante ni tampoco aparecerá a darles el pésame el sonriente presidente de la república; ni mucho menos.

¿Por qué? Porque no habrá ninguna cámara esperando para hacer la foto.


¡Y que viva Chile, mierda!


MAX.