jueves, 14 de abril de 2011

LA REPÚBLICA ES UN CUENTO

Corrían los años treinta en la España de los dictadores y reyes sonrientes, cuando los que no eran ni dictadores ni reyes sonrientes empezaron a darse cuenta de que había algo en todo aquello que olía a rancio, algo que no encajaba demasiado bien. Se dieron cuenta de que en ese cuadro no eran más que puros muñecotes y de que eran otros los que pintaban la escena. En esto que la cosa se empezó a revolver un poco y el rey, preocupado por la seguridad de la Nación y por la seguridad de su Real culo decidió que se marchaba lejos de aquella España que amanecía democracia.

Sin duda, es un buen comienzo para un cuento popular, lleno de calles abarrotadas y conquistas sociales. Eso que llaman progreso.

Más tarde aparecería el feo de la película con toda la caballería pesada y pisotearía eso que pretendía ser más que un cuento. A pesar del hambre de liberación que se respiraba, creyó que un régimen de cuarenta años sería la mejor solución a esas cabezas llenas de mariposas democráticas. Nada de excesos. Se acabaron esas tonterías de libertad e igualdad. Y nada de pasarse con la esperanza.

Pero bueno, a fin de cuentas, el cuento popular sonaba demasiado bien, ¿no?

Resultó que más de uno se pasó con eso de la esperanza y  resultó también que el país se moría de puro régimen; y fueron estas dos cosas las que nos llevaron hasta lo que hoy conocemos. Lo que hoy somos dista en muchos aspectos de aquellos ideales de justcia e igualdad; partiendo del punto en el que el jefe de Estado lo es por la Gracia de Dios y hasta que Dios quiera llevárselo, y se da por supuesta la legitimidad de su cargo cuando nadie votó por su candidatura.

Es cierto que ha pasado mucho tiempo desde el primer capítulo, y es cierto que sonaba muy soñador, muy romántico; diríamos… como si fuera un cuento.
¿Un cuento?

No me cuentes cuentos.

3ª YA.

MAX.